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Historia

Sensei Mikoro Mitsushi

El Gran Maestro Mikoro Mitsushi, fundador del KOTE-JUTSU, nació en Marzo de 1.935 en la prefactura de Hiroshima, en la región de Chugoku, hijo único de Takeshi y de Mitsuko, de familia muy modesta y dedicada a la  pesca, pronto destacó por su interés aventurero, por conocer el mundo desde otras latitudes y por su amor innegable a la filosofía de las artes marciales, guiado por su padre, que había practicado Jiu-Jitsu, como luchador en su juventud, por ello, con la temprana edad de 8 años, viajó hasta Tokio, llevado por su padre, para aprender Judo en el nuevo Kodokan, ilusión que  ambos compartían y porque la zona en donde vivía, allá por el año 1.943, no era ni segura ni existía a causa de la guerra, buenas condiciones de futuro, quedándose a vivir en el dojo, acogido por un amigo de su padre. Alejado de su única familia, su dedicación le hizo pronto gozar de grandes avances en las técnicas, del Gran Maestro Jigoro Kano.

 

Ya en 1.944, por culpa de la 2º Guerra Mundial, los dojos estaban prácticamente cerrados, pero se seguía impartiendo clases, en zonas privadas, entre ellas, una que el Gran Maestro Mifune, tenía bajo secreto a las fuerzas militares, allí fue acogido y continúo su preparación con más ahínco que nunca, convirtiendo el carácter reservado de aquel niño en su forma de pensar, tímido y silencioso, que proyectaba unas técnicas rápidas y una movilidad increíble para su edad.

 

En 1.945, cuando la bomba atómica cayó terriblemente sobre Hiroshima, Mikoro Mitsushi, quedó huérfano y con tan sólo 10 años, recibió la noticia de la desaparición de sus padres, por aquel entonces, el dojo también iba a ser cerrado, con lo que lejos de abatirse, el Gran Maestro, se endureció y practicó sin descanso, con la fuerza espiritual que él mismo decía recibir de su padre. Se convirtió muy prontamente en un experto en las técnicas judokas, basando su estilo en la rapidez y en la seriedad con la que practicaba, eso le valió para que con sólo 20 años, en 1.955, impartiese clases  a los universitarios, siendo ya 3º dan.

 

En 1.956, lejos de querer competir, puesto que su fuerza radicaba en la filosofía y en la gran espiritualidad de la que gozaba, buscó la forma de cultivarla más profundamente, por ese entonces y siendo amigo de Kisshomaru Ueshiba, fue uno de los discípulos en el Aikido Hombu Dojo, aprendiendo de nuevo con un fuerte entrenamiento y máxima dedicación las técnicas del nuevo Aikido, siendo valorado muy rápidamente, por el propio Sensei Kisshomaru, como un verdadero aikidoka , adquiere el reconocimiento de instructor y contribuye en 1.968, a la construcción del nuevo Hombu Dojo, como un verdadero experto.

 

Durante ese período, el Gran Mikoro Mitsushi, estuvo aprendiendo Kenjutsu y su derivación en el Iaido, logrando el reconocimiento de sus tutores por su habilidad en el manejo de la espada y el desenfunde, aprovecha igualmente, para conocer los movimientos y katas del Kárate, arte que le impulsó un desarrollo más profundo.

 

Pero su espíritu aventurero y profundo no se relegaba sólo en el aprendizaje constante, sino en conocer mundo y abrir fronteras mentales, interesado en los idiomas, hablaba por ese entonces varios con gran fluidez y  siendo conocedor de las artes de pesca,  en honor a su padre,  se embarca en el año 1.970, en un pesquero con destino a Corea.

 

Es en Corea, donde conoce el Hapkido, que igualmente practica con el afán de un aprendiz en las artes marciales, sin comunicar sus habilidades y técnicas aprendidas, pronto demuestra que sobre el tatami, se dibuja un verdadero artista marcial y sus amplios conocimientos del Aikido, le hacen ganar el respeto de todos los maestros coreanos.

Ya por el año 1.972, el Gran Maestro Mikoro, va decantándose por sus propias técnicas, creando así lo que hoy en día se conoce como Kote-Jutsu, en donde pone en práctica de forma muy silenciosa y reservada sus propios conocimientos y experiencias en las artes marciales, queriendo conjuntar lo exquisito de cada una de ellas, con la modernidad de los tiempos más actuales, enfocando el arte del Kote-Jutsu a la fácil practicidad como defensa personal, en casos más directos y habituales, aplicando para cada caso, técnicas propias que son muy efectivas y resolutivas.

 

Sin ánimo de competición, elemento que el Gran Maestro Mikoro desechaba, pues entendía el arte marcial como una filosofía de vida y conocimiento del espíritu, nunca quiso poner su legado a la enseñanza, al menos hasta que en el año 1975, viaja a España, concretamente a Gran Canaria, por razones de trabajo, puesto que era época de bonanza en el tema pesquero y la singularidad de la isla, le hizo concretar su estancia como residencia fija, siendo conocido en el ámbito profesional y social como  “Suso”.

 

Después de casi una década en las Islas Canarias, en el año 1.985, conoce al que hoy es su único y reconocido discípulo, el Sensei Víctor G. Nevado, 8º Dan y Presidente de la International Kote Jutsu Association, dejándole sus enseñanzas así como todo su legado, no sin antes haber probado la honestidad y voluntad del mismo, con pruebas de carácter estricto, puesto que no se había casado, no había tenido descendencia y su único amor, falleció en período de noviazgo, a causa de una tuberculosis, motivo que lo encerró más en sus principios serenos y reservados.

 

El Gran Maestro Mikoro, entabló una amistad profunda con el discípulo, después de dos años de conocimiento del mismo, accediendo a instruirle y aplicarle las enseñanzas del Kote Jutsu, para ello, necesitó de su compromiso en la no divulgación de éste arte marcial, hasta que no estuviese profundamente preparado, elemento que consideraba vital.

 

Como siempre en su vida, el Gran Maestro Mikoro, seguía sus directrices de reserva y constante aprendizaje, pues consideraba que una filosofía de vida y un espíritu limpio, estaba en constante evolución y sujeto a muchas amenazas de corrupción.

 

Muchas horas, días, meses y años de duro trabajo a la mente y al cuerpo, costó para que el Gran Fundador del Kote Jutsu, habilitara las claves de sus técnicas y reconociese con la perseverancia de su discípulo, que el legado de éste bello arte marcial, debía ser expuesto al mundo, sin ánimo de protagonismo, puesto que él siempre decía que la humildad no era una cuestión social, sino que era una cuestión moral.

 

Las técnicas del Kote Jutsu, se adaptan a todos los tiempos, se actualiza con los medios y se ejecuta con la rapidez necesaria para su efectividad, no buscando la destrucción del enemigo, sino la reducción de las malas intenciones, nunca la sangre y la sed de la venganza, pueden enturbiar al espíritu, que debe quedar impune del dolor que supone, la pérdida de la vida, siendo conocedor de la posibilidad de ello, se debe ser más cauto y más humilde.

 

El Gran Maestro Mikoro Mitsushi, no sólo era un hombre experto en artes marciales, habilidad de la que nunca quiso alardear, sino un hombre hecho a base de esfuerzos, sacrificios, constancia y fe, con una integridad moral envidiable, de gran capacidad e inteligencia, sus enseñanzas derivaban por el propio conocimiento del cuerpo, no sin cultivar la mente, propulsora de las reacciones y el espíritu, generadora de los sentimientos de respeto.

 

Entre sus frases célebres se encuentra una que ofrece una imagen inequívoca de su gran valía como ser humano, él decía que la vida es el tiempo de preparación para la muerte y que la muerte, es la que nos prepara en la vida, para ser capaces de disfrutarla.

 

Otra frase célebre, que se recuerda es aquella que decía:  que todos debemos aprender de las cosas que nos puedan aparentar insignificantes, los insectos o los microbios por su apariencia, no deben ser infravalorados, porque ellos también tienen el poder de la muerte.

 

Negado a instruir a más de un discípulo, porque entendía que cada mente, debe estar sincronizada con lo que se quiera aprender, para enseñar debe ocurrir lo mismo, aún así, aceptó para gran regocijo propio, instruir al segundo sôke de éste arte marcial llamado Kote Jutsu, por su nobleza, inteligencia y habilidad y por poseer según el Gran Maestro, las condiciones apropiadas en la entrega y sacrificio.

 

Desde la temprana edad de 8 años, justos los que él tenía, cuando se separó desgraciadamente de sus padres, instruyó a Víctor Alfredo Nevado Santana, actual Instructor Nacional y 4º Dan, después de duras pruebas superadas, designándolo en el 2.008, como segundo sôke, en la dinastía del Kote Jutsu, después de su legado.

 

El arte marcial del Kote Jutsu, significa realmente técnicas de muñeca, Kote = Muñeca, Jutsu = Técnicas, todo ello basado porque el Gran Maestro Mikoro, fundamentaba una gran parte de sus técnicas más habilidosas y efectivas en el uso de las articulaciones, especialmente el juego de la muñeca, para la terminación de las técnicas, no quedando exento dentro de las técnicas del Kote Jutsu, las proyecciones, inmovilizaciones, luxaciones, estrangulaciones, ukemis, atemis, te wazas, ashi wazas, kokyu wazas, ne wazas, patadas frontales, técnicas de kenjutsu, iaido, etc.., teniendo un amplio y extenso recorrido en las posiciones de defensa, ataque y contraataque.

 

Por su repertorio tan universal, del Kote Jutsu se han derivado de forma específica, defensas personales para Cuerpos de Seguridad del Estado, Cuerpos de Seguridad Privada, Ejército, Femenina e Infantil, siendo la categoría Integral, para todas aquellas personas, que deseen aprender sin una regla estrictamente marcial.

 

En Julio del 2.008, a la edad de 73 años y en plenas condiciones físicas y mentales, el Gran Maestro Mikoro Mitsushi, deja su legado, su obi y su reloj que conservaba desde siempre, con un manuscrito, sobre su mesa de noche, desapareciendo en un viaje que según él, le llevaría a encontrar el último camino de la verdad, partiendo para su Japón natal, marchándose como había llegado, de forma sigilosa y discreta, sin despedidas y manifestando que ahora su espíritu, necesitaba encontrar respuestas a las últimas preguntas.

 

Desde entonces, el espíritu del Gran Maestro y Fundador del Kote Jutsu, respira y vive en cada uno de los actos que como discípulos realizamos, siendo hasta el día de hoy, nuestro norte, siguiendo sus pasos y reconociendo que al mejor artista marcial que he conocido, lo supera, lo mejor persona que demostró ser.

 

Hoy en día, el Kote Jutsu, trata a través de la International Kote Jutsu Associatión (I.K.J.A), promover y enseñar, con los valores que el Gran Maestro Mikoro siempre instruyó, de la mano de sus máximos representantes, para que cada una de las clases, seminarios, ponencias, cursos o cursillos que imparten, lleven la esencia de éste bello arte marcial, sin la animosidad lucrativa, que muchas técnicas orientales y marciales han condenado en occidente, a ser meros negocios y en donde se han perdido por el camino, los verdaderos orígenes de las mismas.

 

Nuestro más sincero agradecimiento al legado de sus enseñanzas y a la verdadera filosofía del Gran Maestro Mikoro,  porque es y seguirá siendo, el mejor y único motivo para seguir expandiendo sus altos valores, no sólo técnicos sino espirituales, no sin contar con la aprobación obtenida por el Gran Mikoro, para que se actualizase aquellas técnicas e instrucciones, en función de las capacidades del alumno, de su entorno social y de la dedicación a cultivar un espíritu fuerte, sano y combativo antes las adversidades y continuar el Tao, en constante evolución, aprendiendo la esencia en el Kami Michi, en lo que siempre creyó y practicó, exigiendo al mismo tiempo, el compromiso de que el Kote Jutsu, nunca fuese ofrecido como un arte sin alma, como una defensa violenta o como un producto corrompido por el dinero, ello nos obliga, como discípulos fieles y abnegados, a comprender, practicar y enseñar el Kote Jutsu, con la sabiduría de su creador, no alejándonos nunca de la enseñanza y magnitud de una filosofía, que como Mikoro decía : “No debes olvidar nunca, quienes te enseñaron el camino, pero tampoco olvides, que al igual que la materia se transforma, en los ciclos de la vida, también debes transformar sus elementos”.

 

Ésta en la historia profunda de un hombre, de apariencia frágil pero que sin hacer ruido, siempre supo hacer sonar el Shakuhachi, con la esperanza  en los demás, la firmeza en la meditación, el control de la respiración y la limpieza del espíritu, en los peores momentos de la vida y hoy su sonido, aún retumba, en quienes hemos aprendido a escuchar el silencio de nuestros propios corazones y el estruendo de nuestros pensamientos.

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